La ética evalúa el comportamiento humano, reflejando si este es correcto
o incorrecto, si hace el bien o el mal para la sociedad en la que nos
desenvolvemos.
En el área de la ética se diferencian tres ramas: la meta ética, la
ética normativa y la ética aplicada.
- La meta ética trata de comprender la ética normativa, el cómo conocemos e interpretamos lo que está bien o mal, correcto o incorrecto.
- La ética normativa el estudio mismo de las acciones y hechos éticos. Examina las normas y reglas que tiene la ética para decir y/o afirmar si una acción es moralmente ética o no, pudiendo ser descriptivos o prescriptivos.
- Ética
aplicada: La ética aplicada es, en palabras de Brenda Almond co-fundador de
la Sociedad de Filosofía Aplicada-, el examen filosófico, desde un punto
de vista moral, de cuestiones concretas en la vida privada y pública que
son materia de juicio moral.
Existen preguntas formuladas por la ética que no siempre tienen una sola
respuesta, o que a veces dicha respuesta puede ser ambivalente ya que las afirmaciones
se pueden cumplir con actos que para algunas personas sean vistos moralmente
éticos mientras que para otros se tomen como inmorales y puede existir una
controversia en esas preguntas específicas.
La
teología moral, al igual que la ética se rige por normas y juicios morales
de la vida de las personas, que invita a la reflexión de los actos de cada uno.
Existe
una diferencia entre las actitudes que tiene una persona y su comportamiento;
la actitud es la disposición o voluntad que tiene el individuo para hacer algo,
los deseos de su corazón sean estos morales o no, si son moralmente buenas sus
actitudes serán positivas, altruistas y de amor hacia el prójimo.
El
comportamiento se valora por lo que es moralmente correcto o incorrecto,
tomando en cuenta el individuo que comete los actos con moralidad.
Las
actitudes del ser humano no pueden ser medidas ni valoradas como moralmente
buenas o malas, ya que estas implican pensamientos y sentimientos que no
siempre se pueden percibir ya que son disposiciones internas de la persona.
Además
de las actitudes de las personas, el comportamiento de ellos tampoco puede ser
juzgado como moral o inmoral, ya que esto puede cambiar desde el punto de vista
de cada individuo, mientras para uno puede ser moralmente correcto, para otro
puede ser todo lo contrario.
Sin
embargo, si podemos interiorizar nuestros actos, reflexionando acerca de si son
morales o no los pensamientos, sentimientos actitudes y acciones que tenemos
con los demás y con nosotros mismos, tomando en cuenta que solo Dios puede
juzgarnos ya que él conoce los deseos más íntimos de nuestro corazón.
LA ÉTICA Y LAS DECISIONES EN LOS NEGOCIOS
En principio, la ética en los negocios no difiere
en nada de la ética en la medicina u otras disciplinas, y los principios éticos
generales se deducen del imperativo categórico o de alguna versión moderna de
éste para luego aplicarse al contexto de los negocios.
En fechas recientes, algunos académicos adoptaron un enfoque distinto en el que tal vez se combinen ambas tendencias de la ética en los negocios. A continuación se describen algunas de las características de este nuevo enfoque y se explica cómo encajan dentro de ciertas corrientes intelectuales más generales, que se denominan con nombres que tienen connotaciones políticas, como posmodernismo y pragmatismo.
Durante
los primeros 50 años o más de su existencia, la ética en los negocios se
desarrolló sobre todo en torno a dos corrientes de pensamiento. La primera,
encapsulada en la frase negocios y sociedad o problemas sociales de la administración
de empresas, trata de situar los negocios, concebidos como una actividad
esencialmente económica dentro de una matriz social general. Los estudiosos que
han aceptado este enfoque pertenecen fundamentalmente a las escuelas de
administración y han adoptado muchos de los métodos de sus colegas, en
particular los de las ciencias sociales.
El segundo enfoque, también
enclaustrado en la frase ética en los negocios, se analizó como un campo más en
el que los filósofos trabajan dentro de la tradición kantiana o analítica.
Tales estudiosos han llegado a ver la ética en los negocios como un campo más
en el que los filósofos éticos pueden aplicar sus teorías, que en gran medida
son kantianas. De acuerdo con el pensamiento de Simón, en el que todas las decisiones
tienen un componente de valor y una decisión mala, negligente o equivocada de
un responsable de una parte del negocio, es posible afectar y hundir a toda una
organización. Esto último parece un tanto exagerado, pero hay que recordar el
siguiente hecho histórico negativo para las empresas que están compitiendo a
diario por ocupar una posición destacada en los rankings de mejor gestión.
Existe
la creencia en algunos directivos de que la principal finalidad de la ética en
las organizaciones es cambiar las conductas de los individuos, y no reflexionan
en que lo que realmente hace la ética es mejorar las decisiones en lo que se
refiere a los grupos. Por otro lado, las decisiones políticas pueden
beneficiarse de la reflexión ética.
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